Por lo que respecta a Legends of Runeterra, las interacciones entre cartas pueden parecer, a veces, cosa de magia. Mantenerse al día de las condiciones de subida de nivel de los campeones, los montones de hechizos y las mecánicas de ronda requiere mucha atención y, en ocasiones, hará que ese jugadón que le daría la vuelta a la partida pase completamente desapercibido. No queremos pasarnos con las ayuditas, pero LoR está programado para destacar ciertas opciones, literalmente. Vamos a hablar de una auténtica maravilla: ¡los bordes de cartas!
Ahí arriba tenéis a la Discípula carmesí. Puede que esta acólita vampírica esté ocupada analizando las mejoras que obtendrá en un futuro para su equipo, pero lo que nos interesa se encuentra más abajo. Dos bordes resplandecientes. Con 3 de maná a nuestra disposición, vamos a analizar nuestras opciones.
Bordes de cartas azules
Los bordes azules son los que te encontrarás con más frecuencia e identifican las cartas que se pueden jugar con el maná restante. Si, por ejemplo, tuviera 3 de maná de hechizos pero solo 2 de maná normal, no podríamos jugar a nuestro Poro fuerte. Afortunadamente, tenemos justo la cantidad necesaria para jugar a esta abrumadora bolita de pelo. Pero ¿es nuestra mejor opción en esta situación?
Bordes de cartas dorados
Presta atención a la aparición de los bordes dorados, porque significan que has hecho algo bien. Solo aparecen cuando se ha cumplido un requisito especial más allá de los costes de las cartas. En este caso, por ejemplo, el Candidato trifariano se lleva +2/+0 si tienes otra carta de Noxus en el tablero. Mandémosle un saludo a la Discípula carmesí, porque, gracias a ella, ahora contamos con una amenaza 5/2 con la que acribillar a nuestro rival al comienzo de la partida.
¡¿Y ahora qué carta juego?!
Lo que juegues o dejes de jugar depende únicamente de ti. Aunque viene bien saber qué efectos especiales podrás activar gracias a los bordes dorados, hay veces que lo más inteligente será guardarse esas cartas y sus efectos para más adelante. Eso sí, no te olvides de que tanto los marcos azules como los dorados son tus amigos. Al fin y al cabo, sin ellos, ¡no hay jugada que valga!